A veces escuchamos expresiones, como: “Y tú, ¿qué harías?”,
“No sé qué hacer”, “Lo que tú digas”, “Es que… no sé”, las cuales suelen
indicar que, quién las dice, tiene dificultades para decidir.
Va bien distinguir entre la duda racional o la duda
como método que plantea Descartes, de la duda emocional, la cual se caracteriza
por: falta de confianza en uno mismo, sentirse dominado por otros, cambio
frecuente de opinión o de decisión o pedir continuamente consejos.
Los fundamentos de la indecisión son variados, pero
hay uno de ellos que es bastante dañino:
la sobreprotección. Las niñas y los niños sobreprotegidos no pueden entrenarse
en elegir porque los padres, de manera continuada, deciden por ellos la ropa
que se ponen, los libros que leen, etc., con lo que, sin darse cuenta, les están incapacitando
en esa parcela.
Los niños necesitan
dar los pasos oportunos para conocer el funcionamiento de las cosas y experimentar
las consecuencias de sus actuaciones. Si esto no se hace así, cuando tienen que
enfrentarse a situaciones en las que no está el padre o la madre, suelen sentir
miedo, inseguridad o presentan dificultades para decidir. Entonces necesitan a
alguien que les diga qué hacer, cómo, cuándo..., lo cual les genera mucha
dependencia, limita su autonomía y merma su autoestima.
Cuando alguien tiene duda emocional entre dos o más
opciones, lo que corresponde es centrase en uno y tratar de incorporar la certeza
interior, para lo cual se hace preciso aprender a confiar en su propia sabiduría
e intuición, y dejar atrás las vivencias de inseguridad y de falta de confianza
en uno mismo.
Para trabajar la seguridad y la determinación se
empezará invitando a los chicos a que tomen pequeñas decisiones: si pinta el
dibujo azul o verde, si prefiere borraja o judías verdes… Después conviene
ayudarles a analizar las ventajas e inconvenientes de las posibles decisiones
y, finalmente, a asumir las consecuencias de las mismas, las cuales será adecuado
analizar para cuando haya situaciones parecidas.
También va bien que los padres escriban en un lugar
visible y repitan a sus hijos, si es posible haciendo una relajación, estas
frases: “Aprendo a tener confianza en mí”, “Lo que decida estará bien”, “Aprendo
a tener determinación” y “Necesito aprender a proteger mis propios criterios”.
Pepe López Sánchez, profesor del CP José A. Labordeta
y miembro del MRP Aula Libre. jlopezsanc@educa.aragon.es
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