El año pasado viví una temporada realmente mala, una de esas en las que los problemas parecen ponerse de acuerdo para estallarte todos de golpe. Con el tiempo lo que antaño fue un muro acabó resultando una simple piedra pero por aquel entonces la realidad me desbordó. Y solo cuando estás realmente harto de pasarlo mal y ver el vaso medio vacío es cuando empiezas a buscar soluciones.
La vida a veces resulta absurda. En el colegio me enseñaron a calcular en qué punto exacto se encuentran dos coches que salen a diferentes velocidades uno de Valencia y el otro de Reus. Tristemente nadie me enseñó a controlar mis emociones, a gestionar la ansiedad y el estrés, a automotivarme, a combatir las obsesiones… Seguramente a ti tampoco.
Me ha tocado empezar a hacer los deberes que nadie nunca me obligó a hacer, aunque con algunos años de retraso. Pero afortunadamente me he dado cuenta de esa carencia y los estoy haciendo. Este trabajo, aunque sea mil veces más complicado que cualquier examen de la facultad, me aporta y me aportará mil veces más felicidad.
Tu principal enemigo eres tú mismo. Hasta que no aprendas a ser tu mejor compañero de viaje mejor que no te juntes con nadie. ¿Sabes cuánto suman un infeliz más una infeliz? Según Osho, un matrimonio. Ya dije en otra entrada que no eres aquello que te ocurre sino aquello que te dices sobre lo que te ocurre. Es útil cambiar estos patrones mentales pero hay veces que tu mente no está por la labor.
En algunos libros sobre budismo hablan de la mente del mono loco. Esa que, al igual que un mono loco salta de rama en rama sin ningún objetivo concreto, cambia de un pensamiento o preocupación a otro sin sacar ningún provecho, solo angustia y malestar. Me puedo ir de vacaciones a donde sea, que mis problemas, con la mente obsesiva que caracteriza al ser humano, se vienen conmigo: mi cuerpo puede relajarse pero en mi cabeza continua el mismo runrún.
Afortunadamente hay una forma de calmar esa mente: la meditación. En Oriente la han practicado durante miles de años pero en Occidente hace relativamente poco que se introdujo con un término de menor connotación religiosa: mindfulness. La mayoría de nosotros utilizamos la palabra meditar como sinónimo de “pensar con rigor o profundidad” pero curiosamente el término alude a todo lo contrario: dejar la mente en blanco, dejar de pensar.
Cómo empezar a meditar
No pretendo escribir un discurso sobre lo que es la meditación; no tengo el bagaje suficiente como para hablar de ella con rigor y ya hay demasiada información en la web, te resultará más útil entrar en Google e informarte. Aquí voy a hablarte de mi experiencia personal desde hace un año con ella y la forma en la que la practico. Te dejo una serie de pasos:
- Busca un lugar en la zona en la que residas donde no puedas ser molestado por nada ni por nadie. Te aconsejo que esté en contacto con la naturaleza (por ejemplo la playa o la montaña), que sea silencioso, y que acudas sin teléfono, con ropa cómoda y con tiempo por delante.
- Del mismo modo, habilita un lugar de tu casa que presente condiciones similares para que, a falta de tiempo, puedas quedarte allí para realizar los siguientes pasos.
- Siéntate de la forma que más cómoda te resulte sin llegar a tumbarte, con la espalda totalmente recta y preferiblemente sin haber comido antes.
- Escoge un mantra, es decir, algo en lo que centrarás tu atención durante los próximos 20 minutos. Hay muchos tipos, pero para empezar lo más práctico es cerrar los ojos y centrarse en la respiración. Intenta respirar lenta y pausadamente: inspira, espira, inspira, espira… Si quieres un ritmo puedes utilizar este. Y recuerda que la respiración mejor que sea diafragmática (en YouTube tienes muchos vídeos sobre como realizarla).
- Céntrate en tu respiración y mantén los ojos cerrados. Empezarán a aparecer pensamientos por tu cabeza pero no los atiendas, solo acéptalos y deja que se disuelvan. Las primeras veces no te darás ni cuenta y al poco tiempo estarás pensando en el examen de la semana que viene, en la compra que tienes que hacer urgentemente, en la chica que te gusta, en la cita con el médico… Cualquier estupidez, por más simple que parezca, te hará perder la concentración. Tendrás que darte cuenta de ello y volver a tu respiración. Al principio será difícil pero a medida que avancen los minutos te resultará más sencillo y con la práctica lo conseguirás antes.
- Cuando lleves un tiempo concentrado en la respiración ésta pasará a un segundo plano y entrarás en un estado de presencia absoluta, de consciencia pura sin contenido específico.
- Cuando acabes la meditación y abras los ojos, si estás en un entorno natural como el de la foto, la sensación que te invadirá por dentro será increíble. Además, tu mente se apaciguará y esos pensamientos que te venían y te agotaban simplemente desaparecerán o, en caso de aparecer, lo harán con poca intensidad y serás capaz de controlarlos. No solo temporalmente, sino durante todo el día.
Yo no soy experto en meditación, pero lo que te puedo asegurar por mi propia experiencia es que funciona. De verdad, funciona, pero es complicado. Llevo un tiempo ya con esto y conseguir atención plena durante más de 5 minutos seguidos sin desconcentrarse es tarea ardua. Pruébalo, me apuesto un euro a que no lo consigues. Las prisas por llegar al objetivo buscado hacen que inconscientemente fracases y quieras levantarte para hacer algo más atractivo que estar sentado. Luego está el tema de la constancia; lo mejor es hacerlo regularmente pero cuando estas contento y alegre, ponerse a meditar es lo último que se te pasa por la cabeza. Son fallos que poco a poco hay que ir puliendo.
Los beneficios de la meditación
Según Meditación para dummies, libro que utilizo como guía básica de referencia, hay muchas razones por las que meditar:
- Despertar el presente.
- Reconciliarte contigo mismo.
- Conectarte más profundamente con los demás.
- Relajar el cuerpo y tranquilizar la mente.
- Animarte.
- Disfrutar de mayor felicidad.
- Experimentar la concentración y la fluidez.
- Sentirte más centrado, asentado y equilibrado.
- Mejorar tu rendimiento en el trabajo y en el deporte.
- Aumentar el aprecio, la gratitud y el amor.
- Alinearte con un sentido de propósito más profundo.
- Despertar a una dimensión espiritual del Ser.
Existen beneficios fisiológicos:
- Disminución del ritmo cardíaco.
- Presión sanguínea más baja.
- Capacidad de recuperacion más rápida del estrés.
- Disminución de beta (ondas cerebrales asociadas con el pensamiento) y aumento de alfa, delta y gamma (ondas cerebrales relacionadas con la relajación profunda).
- Sincronización realzada de los hemisferios izquierdo y derecho del cerebro (que se relaciona positivamente con la creatividad).
- Menos ataques cardíacos.
- Mayor longevidad.
- Reducción de los niveles de colesterol.
- Disminución del consumo de energía y de la necesidad de oxígeno.
- Respiración más profunda y lenta.
- Relajación muscular.
- Reducción de la intensidad del dolor.
Y por supuesto, también beneficios psicológicos:
- Más felicidad y paz mental.
- Mayor goce del momento presente.
- Menos volubilidad emocional; menos emociones negatias y cambios drásticos de humor.
- Relaciones más armoniosas y amorosas.
- Aumento de la empatía.
- Creatividad y autoactualización realzadas.
- Mayor sensibilidad y claridad perceptiva.
- Reducciñon de la ansiedad aguda y crónica.
- Complementto de la psicoterapia u otros enfoques en el tratamiento de la adicción.
Tal vez no entiendas este artículo e incluso te resulte ridículo. Yo mismo, aunque me incomode reconocerlo, me hubiese burlado de él hace escasos años. Fui el primer escéptico con todo esto hasta que entré en PubMed, escribí “meditation or mindfulness” y los 4673 artículos que me aparecieron me hicieron ver que los que estaban equivocados eran mis prejuicios. Supongo que porque todavía no lo había pasado realmente mal. A todos, tarde o temprano nos llega la primera vez, tanto para lo bueno como para lo malo. Con que te acuerdes de que hay alternativas al sufrimiento cuando vengan los malos tiempos me basta.
Todas las desdichas del hombre derivan del hecho de que no es capaz de estar sentado tranquilamente, solo, en una habitación.
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