Los padres y las madres tendemos a sentirnos responsables de todo lo que tiene que ver con los hijos: de la ropa que se ponen, de sus relaciones, de lo que sienten o de lo que hacen. Con frecuencia no permitimos que los niños tomen sus propias decisiones. Esto les crea dependencias y les imposibilita llevar un desarrollo armónico y ganar autonomía.
Los padres pensamos que si hacen lo que les decimos estarán bien y tendrán un buen futuro. Quizá no nos damos cuenta de que cuanto más nos preocupamos y trabajamos por los hijos, menos espacio les dejamos para que aprendan a valerse por sí mismos y para que brote lo mejor de ellos.
Parece que nos cuesta aceptar que los hijos son personas diferentes a los padres. Es normal que les cuidemos y les protejamos, pero se hace necesario dejar progresivamente el control psicológico que ejercemos sobre ellos. Así se podrán entrenar en elegir y, a la vez, asumir las consecuencias que se deriven de sus elecciones. Si les vamos dando opciones, si les reconocemos el derecho a participar, a decidir en las pequeñas cosas cotidianas que les afectan, todo resultará más fácil cuando sean más mayores. Llegar a la adolescencia sin un buen equipamiento de responsabilidad y de autonomía, puede tener consecuencias negativas.
Hay padres que distribuyen las tareas de casa y asignan a los hijos algunas: hacer la cama, quitar la mesa, etc, pero en otras cuestiones apenas se les da opción: elegir su ropa, distribuir su tiempo libre...
Podemos ver que, sin darnos cuenta, todos los días tomamos muchas decisiones que deberían tomar los hijos porque tienen capacidad para ello. Necesitamos quitarnos el miedo, flexibilizar los planteamientos, aceptando que las “equivocaciones” pueden convertirse en una buena fuente de aprendizaje.
¿Qué problema hay en que los niños elijan la ropa que se ponen, dentro de lo que consideremos razonable? o ¿por qué no pueden comer borraja en vez de judías verdes si les gusta más?
Te planteo un ejercicio sencillo: apunta en un papel todas las cosas que haces cada día por tus hijos. Después mira a ver cuales consideras que pueden hacer ellos, bien solos o con alguna ayuda. Seguramente encontrarás unas cuantas.
Los niños con frecuencia sorprenden a los padres asumiendo más responsabilidades de las que esperaban; basta con confiar en ellos, considerarlos capaces y permitir su participación en los temas que les afectan directamente.
Pepe López Sánchez, profesor del C.P. J.A. Labordeta y miembro del M.R.P. “Aula Libre”
Email: jlopezsanc@educa.aragon.es
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